domingo, 5 de febrero de 2012

Las cosas que no nos dijimos.

Tomas rozó los labios de Julia con las yemas de los dedos y le besó los párpados.
-He intentado convencerme de que podía vivir sin ti, pero ya ves, no lo consigo.
-¿Y África, tus reportajes? ¿Y que dirá Knapp?
-¿De que me sirve recorrer la tierra para traer la verdad de los demás si me miento a mí mismo, de qué me sirve ir de pais en pais cuando la mujer a la que amo no está en ninguno de ellos?
-Entonces no te hagas mas preguntas, era la manera más bonita de decirme hola -dijo Julia poniéndose de puntillas.
Se besaron y fue un beso muy largo, como el de dos personas que se aman hasta el punto de olvidarse del resto del mundo.
-¿Como me has encontrado? -preguntó Julia, acurrucandose en los brazos de Tomas.
-Te he buscado veinte años, de modo que encontrarte en la puerta de tu cara no era lo más dificil del mundo, créeme -contestó.
-Diecisiete, y créeme, ¡ha sido demasiado tiempo!
Julia volvió a besarlo.

Las cosas que no nos dijimos.

-He amaestrado la soledad, hace falta muchísima paciencia. He caminado por ciudades de todo el mundo en busca del aire que respirabas. Dicen que los pensamientos de dos personas que se aman siempre terminan por encontrarse, así que me preguntaba a menudo antes si dormirme por las noches si tú también pensabas en mí cuando yo pensaba en tí; fui a Nueva York; recorrí las calles soñando con verte y temiedo a la vez que ese encuentro se produjera. Cien veces creí reconocerte, y era como si mi corazon dejara de latir cuando la silueta de una mujer me recordaba a ti. Me juré no volver nunca a amar así, es una locura, un abandono de sí mismo imposible. El tiempo ha pasado, tambien el nuestro. ¿no crees? ¿Te hiciste esa pregunta antes de coger el avión?
-Calla, Tomas, no lo estropees todo. ¿Que quieres que te diga? Escudriñe el cielo de noche y de día, segura de que me mirabas desde arriba... De modo que no, no me hice esa pregunta antes de coger el avión.
-¿Que propones, que quedemos como amigos? ¿Que te llame cuando esté de paso por Nueva York? ¿Iremos a tomar una copa evocando nuestros buenos recuerdos, unidos por la complicidad de lo prohibido? Me enseñarás fotos de tus hijos, que no serán los nuestros. Te diré que se parecen a ti, tratando de no adivinar en sus rasgos los de su padre. Mientras esté en el cuarto de baño, ¿descolgaras el teléfono para llamar a tu futuro marido, y yo dejaré correr el agua para no oírte decirle. <<Hola, mi amor>>? ¿Sabe siquiera que estás en Berlín ?
-¡Calla! -gritó Julia.
-¿Que le vas a decir cuando vuelvas? -pregunto Tomas volviendo junto a la ventana.
-No lo sé.
-¿Lo ves?, tenía yo razón, no has cambiado...
-Si, Tomas, claro que he cambiado pero habría bastado una señal del destino que me llevara hasta aquí para darme cuenta de que mis sentimientos, en cambio, no han cambiado...